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El Amaranto
Un Alimento con Múltiples Beneficios

Hace más de quinientos años, el Amaranto fue un "alimento para los dioses", envuelto en el velo del ritual y reservado para la élite, hoy es un alimento de calidad para todos. Sus diversas aplicaciones en el campo alimenticio y curativo lo convierten en un producto de creciente demanda.

La medicina natural cuenta con un nuevo aliado para contrarrestar algunas enfermedades humanas. Así lo demuestran recientes estudios científicos llevados a cabo por el Instituto Politécnico Nacional (IPN) que descubrieron que una gelatina con alto contenido de fibra, elaborada con base de amaranto, nopal y harina de brócoli, podría prevenir el cáncer de cólon. Cabe recalcar que esta enfermedad afecta a una de cada doscientas personas.

Además se comprobó que este producto también posee propiedades anticancerígenas y con ello, ayuda a estabilizar los niveles de glucosa y grasa en la sangre, siendo un producto altamente aconsejable para enfermos diabéticos y personas con problemas de colesterol. Y no sólo eso, sino que además se puede consumir la gelatina por sus propiedades estabilizadoras.

El amaranto contiene una fuente inagotable de proteínas de origen vegetal por lo que su uso es recomendado en dietas hiperenergéticas e hiperproteicas. Nuestro sistema óseo también se beneficia de este producto, pues el amaranto contiene calcio lo que ayuda a prevenir la osteoporosis, sobre todo en mujeres embarazadas y enfermedades postmenopáusicas.

Debido a su contenido nutritivo se recomienda incluirlo en la alimentación del niño, adolescente, adulto y anciano, para mantener un organismo sano. Además contiene fibra que superan incluso al de otros cereales comunes, altamente recomendado en pacientes con diabetes mellitus, obesidad, hipertensión arterial, estreñimiento y diverticulosis entre otros.

Para aquellas personas que padecen enfermedades del hígado existen algunas soluciones provenientes del amaranto. En caso de insuficiencia renal crónica puede ser útil el consumo de esta planta para incrementar el aporte de aminoácidos esenciales que contiene esta planta. Si usted padece de insuficiencia hepática es recomendable el amaranto ya que su alto contenido de aminoácidos esenciales, alta digestibiliad de su proteína y contenido ayuda a estos pacientes.

Esta semilla de color obscura contiene taninos, contiene filatos aunque en menor cantidad que el maíz. Contiene una coenzima (HMG-CoA) con actividad biológica con efecto hipocolesterolemiante en humanos.

El grano de amaranto no posee glúten, por lo que es un alimento recomendable para celíacos, es decir, aquellas personas que tienen intolerancia a este elemento. Además es aconsejable su consumo para personas con autismo.

El cereal (papilla) de amaranto se recomienda para pacientes con problemas bucodentomaxilares, geriátricos, desnutridos y pacientes oncológicos.

En dietas con alto contenido en fibra, el amaranto tiene un efecto benéfico en enfermedades crónico degenerativas como diabetes mellitus y obesidad, coadyuvando a disminuir las concentraciones séricas de triglicéridos y colesterol en dislipidemias y enfermedades cardiovasculares. Además, las hojas de amaranto utilizadas como fusión son eficaces contra la diarrea.

Como hemos visto, el amaranto es un alimento nutracéutico que cumple múltiples funciones curativas en nuestro organismo, pero como veremos a continuación estos tratamientos basados en el amaranto eran aplicados desde épocas antiguas.

Un grano conocido en la antiguedad

En las épocas precolombinas, el grano de amaranto era concebido como uno de los
alimentos básicos del Nuevo Mundo, casi tan importante como otros productos
tales como el maíz y el fríjol. Miles de hectáreas de tierras aztecas, incas y de otras
culturas eran cultivadas con estas prodigiosas plantas.

Antes de la llegada de los españoles, 17 provincias eran las encargadas de enviar más de 20, 000 toneladas de grano de amaranto a la antigua Tenichtitlán (hoy Ciudad de México), en honor al Emperador azteca Moctezuma.

Tal era la importancia del amaranto en épocas prehispánicas que llegaba a fundirse entre los rituales aborígenes. En varias fechas del calendario religioso, las mujeres aztecas eran las encargadas de moler la semilla, la mezclaban con miel y conformaban con ella animales como víboras, aves, venados y dioses, para luego ser comidas en sus ceremonias, en los grandes templos aztecas o en pequeñas reuniones de familia.

Seguramente su consumo en estos rituales paganos espantó a los conquistadores españoles y con el colapso de las culturas indias después de la llegada de los españoles, el amaranto quedó en el pasado. Solamente en algunos lugares de las Américas se seguía cultivando esta planta, especialmente en zonas montañosas de México y los Andes.

Así otros cereales como el maíz y el fríjol, ambos nativos del Nuevo Mundo, se convirtieron en los cultivos principales que alimentan al mundo, mientras que el amaranto cayó en el olvido. Pero recientes estudios realizados en este nuevo siglo le han retribuido al amaranto sus cualidades como un alimento altamente nutritivo y con propiedades curativas.

Los amarantos son plantas de hoja ancha, siendo de los pocos "no-pastos" que producen cantidades significativas de grano de "cereal" comestible. Por esta razón, el amaranto también se conoce como "pseudocereal" para distinguirlo de los otros no pastos que producen grano.

Esta planta de origen prehispánico crece vigorosamente; resiste sequías, calor y plagas; y se adapta con facilidad a nuevas tierras y ambientes,

El amaranto es un bello cultivo, de hojas brillantemente coloreadas y flores violetas, anaranjadas, rojas y doradas. Las panojas, algunas de hasta 50 cm. de largo, parecen a las del sorgo. Las semillas, aunque apenas más grandes que una semilla de mostaza (0.9 - 1.7 mm de diámetro), se producen en cantidades masivas.

Desde la antigüedad hasta nuestros días, el amaranto es un producto de alta calidad nutritiva y un aliado de la salud humana.