La casualidad los llevó a practicar el mismo deporte. Ahora, los dos convertidos en expertos alpinistas buscan coronar los “catorce ocho miles”.
Badía
Bonilla, nutricionista de profesión, era corredora de medio fondo
(800 y 1.500 mts). Entrenaba en los Viveros de Coyoacán, en donde
conoció a Mauricio López, ingeniero geólogo. Desde
entonces, Badía comenzó a practicar el montañismo;
más como una opción para mejorar sus tiempos en atletismo,
que por practicar la disciplina. No sabía, en ese momento, que
empezaba las dos aventuras más grandes de su vida: el matrimonio
y el alpinismo.
Juntos conquistaron el Pico de Orizaba, la cima más alta de México; el Aconcagua, en Argentina, la más alta del continente americano; y el monte Whitney, la más alta de la región continental de los Estados Unidos. Una vez que lograron una buena experiencia, decidieron realizar el sueño de todo alpinista, el ascenso a las montañas más altas del mundo, los llamados "catorce ocho miles" (debido a que rebasan los 8.000 msnm), localizados en la cordillera de los Himalayas. El Cho Oyu, la primera gran aventura: Después de una intensa preparación física y una minuciosa planificación, Badía y Mauricio decidieron integrarse a una expedición encabezada por Tom Richardson para ascender el Cho Oyu. Recorrieron una ruta que atravesaba el Tíbet, hasta llegar al campamento base. La aclimatación no fue fácil, en los siete mil metros, Badía no podía digerir los alimentos, vomitaba constantemente. Además no lograba concebir el sueño por más de quince minutos. Finalmente, llegó el día de intentar la cumbre. Avanzaron hasta el campamento tres, donde las condiciones del clima cambiaron: la temperatura bajo y los fuertes vientos azotaban. Esperaron en este punto, hasta que las condiciones mejoraran y pudieran ascender finalmente hasta la cumbre. Subieron hasta un risco donde tomaron la decisión de continuar solos, se sentían con fuerza y efectivamente alcanzaron la cumbre. Lo lograron gracias a un trabajo en equipo, hombro con hombro: “Badía y yo nos abrazamos, no hubo necesidad de palabras, el sentimiento nos ganó y derramamos algunas lágrimas. Habíamos conquistado en pareja, como matrimonio, la cumbre de la sexta montaña más alta del mundo y a nosotros mismos” El Shisha Pagma, el desafío Después, los dos, decidieron intentar el Shisha Pagma, de 8.012 msnm, un desafío más fuerte, que, desafortunadamente, no terminó con éxito. En esta ocasión, las condiciones climatológicas, fuertes ráfagas de viento y tormentas de nieve impidieron el ascenso final. Sin embargo, ellos no lo consideran un fracaso, “pues fracaso hubiera sido no volverse a levantar”. El Everest, el techo del mundo Su siguiente reto fue el de todos los alpinistas, el Everest, (8.848 msnm), la montaña más alta del mundo. El 17 de mayo del 2002, Badía logró convertirlo en realidad, a pesar de los vientos de 80 km/hr y una temperatura de -35 grados centígrados. Mauricio no la pudo acompañar en esta nueva conquista, se quedó a escasos 50 mts. de llegada, debido a un desperfecto en su equipo de oxígeno. Había dejado de funcionar desde el campamento tres, entonces tuvo que barajar las posibilidades de llegar a la cima o de tener la fuerza suficiente para regresar. Optó por lo segundo, considerando que la mayoría de los accidentes en alta montaña ocurre al descenso por causa del cansancio. Además, sufrió congelamiento en una de las córneas de sus ojos, por lo que su visibilidad disminuyó considerablemente. En el descenso Badía fue su guía a cada paso. Este descenso fue una profunda reflexión para ellos, ya que encontraron a su paso varios cadáveres de desafortunados expedicionarios anteriores. Pero el final fue feliz, regresaron con nosotros al cumplir con su meta. Shisha Pagma, la Revancha Nunca se rindieron y volvieron a intentar el reto que los había
evadido: el Shisha Pagma. A pesar de esto decidieron hacer todo lo humanamente posible por alcanzar la cumbre. Después de un trabajo de más de 18 horas, lo lograron. Conquistando la cumbre que tanto se les había negado. El futuro Mauricio y Badía son un ejemplo de preparación, voluntad e inteligencia. Esta “pareja en ascenso” ha partido ahora a conquistar el Lhotse, la cuarta montaña más elevada del planeta. Estamos seguros que estos atletas de excelencia nos traerán nuevas satisfacciones. Su carrera se puede resumir en una frase que siempre les ha servido de inspiración: “Lo importante no es llegar a la cumbre, sino seguir ascendiendo”.
|
Todos los Derechos Reservados, Asociación Mexicana del Amaranto. ©Copyrigth 2003 México, D.F. |